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Arbeloa, en plena 'faena' en Valencia
Durante los últimos años, el Real Madrid ha tenido que aprender a aceptar la derrota, pero en muchas ocasiones no ha sabido hacerlo con deportividad. Sin embargo, lo más lamentable es que el club blanco, que siempre ha presumido de llevar el señorío por bandera, tampoco sabe ganar con deportividad. La final de Copa del miércoles fue un claro ejemplo del carácter descontrolado y la mala educación de algunos de los jugadores del Real Madrid. Mientras que su capitán Iker Casillas era el único jugador blanco que se acercó a saludar a los azulgranas después del encuentro, la mayoría de sus compañeros exhibieron un amplio abanico de ejemplos de antideportividad, antes, durante y después de la cita.
Sin ir más lejos, Alvaro Arbeloa, compañero de selección de muchos azulgranas, dio una demostración de cómo se le pueden cruzar los cables a un jugador cuando en una acción ofensiva de David Villa no sólo le propinó un codazo primero y un pisotón para frenar su incursión, sino que entre él y Sergio Ramos agarraron al asturiano de los brazos y le obligaron a levantarse con un estilo más propio de una pelea de discoteca. No fue la única acción controvertida del defensa, que a pesar de merecer la expulsión por su agresividad reiterada ni siquiera vio una amarilla.
La actitud del internacional español no pasó desapercibida por los azulgranas que no entendieron el desmedido comportamiento de Arbeloa. Por su parte, Pepe no se quedó atrás a la hora de emplear las peores artes para parar a todo el que se le pusiera por delante. De hecho, al brasileño le precede la fama desde hace años. Y si no que se lo pregunten a Casquero quien sufrió la ira del defensa en un Madrid-Getafe del que justo ahora se cumplen dos años y que le valieron diez partidos de sanción al madridista por propinar dos patadas al jugador, cuando éste ya estaba en el suelo. Pepe ha demostrado que su inteligencia emocional es nula, como él mismo se encargó de demostrar después del gol de Cristiano Ronaldo, dedicando unas 'butifarras' a la afición azulgrana totalmente fuera de lugar. Ayer, el jugador intentaba enmendar su error, "espero que la afición me disculpe. Me dejé llevar por la euforia". Demasiado tarde para pedir disculpas, después de cuatro temporadas en el Madrid, la afición española lo conoce demasiado como para pensar que su 'mea culpa' es sincero.