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Carles Torras, artífice del artículo
Cuando me siento en un taxi de Madrid y le cuento al taxista anécdotas que me han sucedido con sus compañeros que trabajan en el aeropuerto, me suele contestar: ?en todas las profesiones tiene que haber un porcentaje de caraduras que avergüence y dé mal nombre al resto?. Efectivamente, es así en todos los gremios. Y como cada cual se conoce el suyo, en el mío, en el del periodismo, los caraduras son los de Intereconomía.
Desde ?vivir en campo contrario? llevo meses denunciando las prácticas abusivas de Punto Pelota. Como profesional de la televisión, siempre he dicho que prefiero productos como Sálvame, Supervivientes o Gran Hermano porque no esconden lo que son. Son formatos sin engaño, sin artificio, sin doble moral. Hay lo que se ve, y quien lo ve sabe lo que está consumiendo. Es como un restaurante de comida rápida en el que en la fachada pone bien claro: ?restaurante de comida rápida?.
Pero hay algunos restaurantes que sirven auténtica bazofia y se venden como si fueran de alta cocina. Hay en televisión algunas ofertas que se presentan como debates periodísticos, en los que se lanzan presuntas primicias informativas, y en el que se tratan cuestiones de actualidad desde una óptica supuestamente neutral. Pero el engaño es total. El fraude, absoluto. Ni se contrastan las fuentes, ni se utilizan medios legítimos para conseguir la información, ni ésta se separa adecuadamente de la opinión. Qué digo opinión, del insulto, la agresión verbal, el maltrato sistemático. ¿Eso es periodismo? No señores, esto es un reality show camuflado, un Sálvame -perdón por la comparación, Jorge Javier- presentado por un ex periodista convertido en pastelero y rodeado de hooligans descerebrados.
Mucho ha tardado el Barça en suspender las acreditaciones de mis ilustres ?compañeros?. Como no me siento nada corporativista respecto a alguien que está destruyendo el concepto de televisión que yo defiendo, lo pongo bien claro y por escrito: la única forma que tiene el Barça de defenderse contra la infamia, la calumnia y la falsedad de algunos medios es trazando una línea bien clara entre los periodistas y los saboteadores, entre los informadores y los provocadores, entre los profesionales y los patos descabezados.
Aplaudo al Barça por hacer lo que debería haber hecho hace tiempo el Col.legi de Periodistes y la Asociación de la Prensa de Madrid.
En otras épocas, el peor enemigo del derecho a la información era la autoridad gubernativa. Hoy son algunos desaprensivos con carné de prensa y el corporativismo del resto. Yo no participo de este circo.