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Tubo es la ciclogénesis. Actúa rápido y sus efectos son devastadores. Hace una semana se dejó sentir en Ponteareas y ayer devolvió la luz a Pasarón con su energía, con un golazo. Tubo revienta a cañonazos cualquier plan de batalla.
El tribunal de cuentas había adjudicado un empate a cero al derbi entre el Pontevedra y el Arosa, conforme a las pruebas que habían presentado granates y arlequinados para llevarse los puntos. Y allí surgió Tubo en el centro del área, después de una absurda falta al borde del área, pegada a la línea de fondo, de Santi. David García la ejecutó, Pablo Carnero tocó la pelota y el de Mos la recogió de espaldas y la resolvió con una magnífica maniobra: control y remate a la media vuelta, inapelable para Jorge Pérez, al que las divinidades han despojado del derecho a realizar milagros.
El duelo fue uno antes de aquella acción y otro diferente a partir de ella, en el minuto 63.
El Arosa había sido prudente hasta aquel momento, pero se desvistió entonces. Y el Pontevedra, más atrevido pero sin excesos, se dedicó a correr y aprovechar -o desaprovechar- los espacios para sentenciar.
Pero todo tiene un origen y el de ayer fue tranquilo y plácido para los contendientes. El Pontevedra puso el ritmo y el Arosa el orden defensivo. Una incursión de José Ángel en la que remató, apremiado por un defensa, contra Edu, que taponó en el uno contra uno, antecedió un primer tiempo de infructuoso dominio local.
El cuadro de casa trabajaba más tiempo en el campo contrario, llevaba la iniciativa y apretaba cerca del área del Arosa. Sin embargo, había oxígeno para los vilagarcianos, que resoplaban más que sufrían cuando el balón se aproximaba a su territorio.
En esa dinámica, solo la estrategia permitió ver algo diferente. Dos remates de David Pérez contra su familia (Jorge Pérez, su hermano es el portero arlequinado), un cabezazo de Pablo y otro en propia puerta de José Ángel se colaron en medio de la bruma táctica que dominaba el panorama.
En esas circunstancias, el enfrentamiento se fue al descanso con el único sobresalto de ver a Manu Fernández expulsado. La medida, se desconoce si acertada en base a derecho, sería descartada del argumento de una película de ciencia ficción por increíble. Al preparador lerezano le persigue una absoluta falta de credibilidad criminal que complica más todavía el hecho de que se dirija hacia el colegiado con premeditación y alevosía.
Un intento exterior de Pablo Carnero, que Jorge Pérez desvió con cierta dificultad, envió el encuentro al descanso.
Habiendo visto que su equipo jugaba con fuego ante el dominio y el control del Pontevedra, Piscis decidió que sus hombres diesen un paso adelante en la reanudación. El Arosa crecía y José Ángel probaba a Edu con un lanzamiento lejano que el guardameta despejó y Quique Cubas mandó a la red, sin permiso del árbitro asistente, que señaló fuera de juego, para disgusto de los visitantes.
El Pontevedra mordió cuando menos méritos había acumulado. El fútbol. Marcó Tubo. El juego desprendía otro aroma desde que accedió al campo. Sin media rodilla y sigue siendo importante.
El 1-0 obligó al cuadro vilagarciano a cambiar de discurso. Ambos contendientes se pusieron de acuerdo en el intercambio de roles: el Arosa no tenía más remedio que ganar metros para ir a por los tres puntos, mientras que el Pontevedra estaba conforme con la genial idea de tener espacio para correr y sentenciar.
Las ocasiones se multiplicaron. Ambas áreas vivieron situaciones presuntamente sancionables como pena máxima y Ramón y Carnero dispusieron de un par de claras ocasiones para cambiar los dígitos del marcador. En medio del lío el electrónico decidió no moverse, consciente de que el único con derecho a activarlo ayer era Tubo.